- Por Monica Nuñez
Si usas cualquier forma de medios digitales, probablemente te has molestado por esos mensajes persistentes que te piden aceptar cookies al visitar un nuevo sitio web, o incluso uno de tus favoritos.
Las cookies del navegador, al igual que sus contrapartes cargadas de carbohidratos, son pequeñas cantidades de texto que tu computadora «come.» Estas cookies ayudan a los propietarios de sitios web a mejorar tu experiencia al rastrear tus interacciones con su contenido y funciones.
Lou Montulli, un conocido desarrollador de navegadores, popularizó el término «cookies» en la década de 1990. Las usó para depositar pequeños identificadores en nuestros navegadores, permitiendo que los sitios web recuerden lo que viste en visitas anteriores, cuánto tiempo pasaste en páginas específicas, dónde hiciste clic, qué compraste e incluso qué sitios visitaste después.
Con esta información, los desarrolladores comenzaron a personalizar tus visitas subsiguientes, incluso «siguiéndote» por internet para recordarte sus productos, ofertas y, a veces, lo que dejaste en tu carrito de compras en línea.
Probablemente has experimentado la sensación inquietante cuando tu televisor o radio satelital reproduce un anuncio de un producto que investigaste en tu teléfono o tableta. O, después de hacer clic en esos Jimmy Choos en Gilt.com, encuentras tus visitas a CNN.com, People.com, Facebook, Instagram o tu plataforma social preferida llenas de anuncios de Jimmy Choos o zapatos similares.
Esa es la potencia de las cookies y la razón detrás de esos molestos mensajes que tienes que aceptar. Al permitir que los sitios web coloquen una cookie en tu navegador, generalmente les estás dando el derecho de recopilar información que personaliza la publicidad y actividades para ti. No significa que puedas evitar la publicidad por completo, solo que será más relevante para ti, como mostrarte alternativas a los zapatos que viste en lugar de anuncios de comida para perros.
Entonces, ¿deberías aceptar la política de cookies? Como con muchas cosas en la vida digital, depende. Si conoces el sitio web y realmente te interesa el producto, ¿por qué no? Si es un sitio dudoso que encontraste por casualidad, podrías querer salir de ahí, cookies o no.
Nuevas leyes de publicidad ahora regulan las actividades en línea. El GDPR (Reglamento General de Protección de Datos) de la Unión Europea y el CCPA (Ley de Privacidad del Consumidor de California) son ejemplos. Estas regulaciones protegen a todos los ciudadanos, independientemente de su ubicación actual, imponiendo multas severas y daños reputacionales a los infractores.
Esa es la razón por la que ves todos esos mensajes de «Usamos cookies» y «Impuestos y tarifas incluidos». Al igual que las cookies reales, es una buena idea limpiarlas de vez en cuando para hacer tu navegador más ligero. Y considera aceptarlas de sitios reputados para que los anuncios y ofertas que ves sean más relevantes.
¡Ahora eres un experto en cookies! ¿Pero por qué el nombre? La teoría popular es que se llaman así por las galletas de la fortuna, que llevan un pequeño trozo de texto dentro. Montulli mismo dijo que el nombre proviene de la «galleta mágica» utilizada por los desarrolladores de UNIX en la década de 1970. Elige la explicación que más te resuene, pero recuerda, no comas demasiadas, especialmente si no sabes quién las hizo.


