- Por María Antonia Lossada
En el territorio del arte, la admiración por un colega tiene la fuerza y la humildad necesarias para acercar grandes personalidades y establecer conexiones que se nutren mutuamente y se fortalecen a nivel individual.
El escenario fue París en las décadas de los 30 y 40, con Pablo Picasso (1881-1973) como eje dinámico de los movimientos artísticos de vanguardia, y Wifredo Lam (1902-1982), un cubano que huía del estallido franquista tras haber pasado catorce años en España, frecuentando la élite intelectual.
Picasso se sintió intrigado por Lam, cuya mezcla de influencias españolas, caribeñas y africanas resonaba con las inquietudes artísticas de la época. El París de 1938, de la mano de Picasso insufló un nuevo y vital aire a Lam, que absorbía todo aquello que la ciudad y Picasso tenían para ofrecer, ¡Que no era poco!
De inmediato, Picasso presentó a Lam al el director del Musée de l’Homme, quien le mostró las estupendas colecciones de arte primitivo, abriendo los ojos de Lam a la riqueza del arte africano, una influencia que marcó profundamente su trabajo.
Entre los objetos que más impresionaron a Lam estuvo una máscara Baoulé de Costa de Marfil, que formaba parte de la colección privada de Picasso, que ya había explorado estas formas en su propia obra, especialmente en sus representaciones cubistas. No es sorprendente que Lam, por su origen cubano y su ascendencia africana materna, encontrara en esta máscara un punto de conexión íntima.
La influencia simbólica de la máscara Baoulé es evidente en la obra de los dos artistas. En el caso de Lam, “La Jungla” (1943) muestra figuras con rostros alargados y geometrizados que evocan claramente el estilo de las máscaras africanas. De manera similar, en la obra de Picasso, como “Las Señoritas de Avignon” (1907), la influencia de las formas y proporciones de las máscaras africanas es palpable en las figuras femeninas distorsionadas. Dos obras cumbres en ambas carreras que reflejan el cruce cultural.
Aunque no hay constancia de que Picasso y Lam colaboraran directamente en una obra específica, el intercambio entre ambos fue profundo. Picasso, con su fascinación por lo primitivo y lo no occidental encontró en Lam una versión auténtica de lo que él estaba buscando. Por su parte, Lam asimiló el lenguaje cubista de Picasso, así como también lo hizo en su momento con la corriente surrealista, y lo fusionó con su propio imaginario, creando algo totalmente nuevo.
Las obras de Lam de principios de los años 40, reflejan la influencia de Picasso al descomponer las figuras humanas en formas geométricas. A su vez, Picasso admiraba la forma en que Lam conectaba el arte moderno europeo con sus raíces africanas y caribeñas, un puente que Lam transitaba de manera espontánea.
Se cuenta que Picasso, bromeando, le dijo a Lam: “Tú puedes pintar máscaras sin parecer un ladrón”, una referencia irónica a las críticas que él mismo había recibido por “apropiarse” del arte africano en sus obras. Lam, por su parte, admiraba y respetaba a Picasso, pero también estaba decidido a forjar su propio camino. “Yo no quería ser un Picasso negro”, dijo una vez, consciente de que su identidad como artista estaba ligada a algo mucho más profundo que a la simple imitación.
El impacto de la relación entre Picasso y Lam no solo fue importante para ellos como individuos, sino también para el arte del siglo XX. Lam se convirtió en empalme entre el arte moderno europeo y las culturas africanas y caribeñas, enriqueciendo ambos mundos con su fusión de estilos y temas. Además, esta relación ayudó a dar visibilidad a los artistas latinoamericanos en la escena global, mostrando que sus voces y perspectivas eran esenciales para el desarrollo del arte moderno.
El encuentro entre Picasso y Lam fue más que un simple cruce de caminos. Fue una colisión de culturas, estilos y visiones que sigue resonando en el mundo del arte, con un impacto duradero en la apreciación del arte africano y latinoamericano a nivel global.

1.- Foto tomada de Christie´s.
Máscara Baoulé , Costa de Marfil.
Procedencia: André Breton, Pablo Picasso, Marina Picasso, Jan Krugier.

2.- Foto tomada de Wikiart
“Las Señoritas de Avignon”, 1907.
Óleo sobre lienzo.
(243,9 x 233,7 cm)
Museo Moma, Nueva York.

3.- Foto tomada de
“La Jungla”, 1943.
Gouache sobre papel montado sobre lienzo.
(239.4 × 229.9 cm)
Museo Moma, Nueva York.
